SUCEDIÓ EN UBRIQUE
Jorge Bayón



1

La historia que vamos a contar sucedió en Ubrique, pueblo serrano de la provincia de Cádiz, famoso en el mundo entero por sus productos de marroquinería y por los perros de agua (me dicen que también por un torero que tiene nombre como de novela de caballerías, pero ninguno de los presentes, aunque lo tenemos en la punta de la lengua, acertamos a recordar ... ah, sí, ¡Carbonerito de Ubrique!, ¿o no?. Bueno, es igual).

Era una mañana fría del mes de Noviembre. Los alumnos del Víctor de la Serna, el colegio más veterano de Ubrique, hacía un buen rato que habían entrado en las aulas. En la vieja biblioteca se habían reunidos con don Jorge tres alumnos de octavo. Estaban dando clases de Retórica y ensayaban un poema de amor, uno de un tal Gustavo Adolfo Bécquer, que hablaba de golondrinas, madreselvas y amores no correspondidos. Alternaban éste con otros versos de los afamados poetas don Fernando Oliva y don Bartolomé Pérez, poetas locales, conocidos del pueblo y muy queridos. El cálido murmullo de los versos creaba un ambiente especial que hacía parecer la estancia en penumbras claustro medieval donde se rezara el rosario o más bien templo budista. En ese éxtasis agradable, próximos al clímax del nirvana, estalló la voz de Juan Carlos:

Ya estoy harto, don Jorge, tanto pajarito y tanta florecilla, y usted perdone, pero... no podríamos ensayar algo más serio.

Es verdad, — se apresuró a decir Antonio — a mí lo que realmente me gusta es el teatro, y dentro del teatro los clásicos. ¿Por qué no algo de Shakespeare?.

Ahí, ahí,— intervino Raúl — ¿por qué no preparamos una obra de teatro en serio?.

Bueno, a mí no me importa, — explicaba don Jorge — pero pensad que no va a ser fácil y , además, para cualquier obra necesitaremos algún personaje más.

No importa, — dijo Antonio — se lo proponemos a algún compañero de nuestra clase.

No se si tendrán vuestra capacidad y entereza — prosiguió don Jorge — pero bueno, a unas malas ...

Por qué no nos busca usted una buena obra de teatro ,— dijo Juan Carlos — podríamos aprendernos cada uno los diálogos de los personajes principales y ayudar a nuestros compañeros a que se aprendieran los secundarios.

A todos pareció bien la idea y se pusieron frente a la estantería rotulada como "Teatro". Fueron repasando título a título lo que allí había:

A ver, a ver... Fuenteovejuna... no puede ser, demasiados personajes, tendríamos que llamar a gente de la Escuela Redonda para poder completar el reparto. Romeo y Julieta..., no, que termina mal.

Y así, uno tras otro, estaban examinando títulos cuando le tocó el turno a un viejo libro de pastas de cartón tan gastadas que apenas se distinguía el título en el lomo: "La vida es sueño" de don Pedro Calderón de la Barca. Era una edición antigua. Al sacarlo del estante se formó a su alrededor una espesa nube de polvo añejo, de olor a champiñón. Sus hojas eran amarillas, de auténtico papel reciclado de posguerra.

No había empezado aún a hojearlo don Jorge cuando, de su interior, cayó al suelo un papel.

¡Vaya!, está que se deshace — exclamó Raúl.

Antonio, que se había agachado a recoger el papel:

Mire, don Jorge, está escrito a mano con unas letras muy bonitas.

Era una hoja, doblada a la mitad y manuscrita. Desdoblaron y comenzaron a leerla:

" A cuantos esta carta leyeren advierto que la misma va destinada solo a los que posean espíritu limpio y alma noble, a los amantes de la verdad, de la justicia y de la libertad. A quien no teme el peligro y es capaz de entregar su vida por los demás. Absténganse de leerla los corazones innobles, los egoístas y los necios y queden advertidos del peligro al que se exponen de seguir haciéndolo".

"Yo, don Juan Luengo, profesor que fui del colegio Víctor de la Serna , hallándome un día en su biblioteca, descubrí un manuscrito árabe, que traduje y que contenía varios conjuros. Estos conjuros abren las puertas a otros mundos, a otras dimensiones".

"Cual sería mi sorpresa al comprobar que varios seres diabólicos de los otros mundos están entrando en el nuestro, disfrazados de hombres . Y están poco a poco adueñándose de las fuentes del poder y su objetivo es hacernos esclavos suyos".

"Ellos saben que yo lo sé y no tardarán mucho en suplantarme. Escondido dejo el libro de conjuros y su traducción en otra dimensión . Las palabras escritas a continuación, leidas en voz alta, son la llave que allí conducen".

A continuación había escritas cinco palabras, que por seguridad, no vamos a copiar aquí.

Se miraron unos a otros con cierto temor, ninguno se atrevía a bromear . "¿Y si fuese cierto lo que decía la nota?". Pero, si no lo leían en voz alta siempre les reconcomería la duda.... "No podía ser", se dijeron y acordaron leerlo los cuatro a una y a viva voz.

Todo alrededor suyo empezó a girar...

(continúa)


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